Al fin se asoma por nuestras calles y parques un otoño esperado por muchos. Al aire se le ve jugar con las hojas de aquellos árboles que ya comenzaron a desnudarse tímidamente, dejando caer las hojas que cumplieron con su cometido. No deja de ser una escena que resuena en el interior de las personas, pues sin que apenas nos demos cuenta estamos invitados a aprender de estos árboles caducos. Las estaciones se suceden en nosotros de un modo muy parecido a como tienen lugar a nuestro alrededor. Del mismo modo que florecen nuevos proyectos y maduran otros, también podemos soltar aquellos que no sirvieron o quedaron obsoletos. Aprender a desapegarnos de las cosas que no nos aportan nada también es una tarea ardua y difícil, pero totalmente liberadora y acertada para estos meses. Si los árboles se apegaran a las hojas que tienen no podrían cada año dar lugar a otras nuevas y, muy posiblemente, dejarían de realizar su función. Tal vez no estemos tan lejos de ellos como creemos, quizá haya mucho que aprender en cada enseñanza silenciosa que nos procura la Naturaleza como un regalo inesperado.
Jose Chamorro